Con los hijos nos llegan a las mujeres millones de cambios. Físicos, hormonales, económicos y una larga lista. Me centraré en dos aspectos. El físico y el emocional, es imposible en realidad quedar como antes (a veces incluso se puede quedar mejor 😄 )y justo es comprender que nuestro cuerpo se sometió a un estado que cada día le exigía más y se dedicó nada mas y nada menos que a hacer una transfusión de vida. Pero hay muchos de los efectos que se pueden revertir como el cambio de volumen que muchas experimentamos y nos hace sentir entre otras cosas, torpes, poco atractivas, desalentadas.
Para una mujer que desea volver a estar en la misma talla que antes de la gestación la lucha es difícil. Mas no imposible.
Contaré mi caso con la esperanza de motivar a mas de alguna a comenzar a moverse para recuperar no solo la línea, sino conseguir un estilo de vida saludable que te traerá muchos beneficios.
Comenzaré por decir que viví prácticamente 6 años alternando el siguiente ciclo: Embarazo, lactancia, embarazo.
Cuando dí a luz a mi tercer hijo un médico pasante se acercó a mi cama en el hospital para realizarme una encuesta y se las describo a continuación.
-¿Cuántas veces al día come?
-6 veces aproximadamente
-¿Cada cuando tiene hambre?
-¡Siempre!
Y así era. Yo todo el tiempo tenía hambre, cuando estaba embarazada mi peso se elevaba dos kilos por arriba de lo que me ponían como tope cada mes y posterior al parto, a consecuencia de la lactancia, mi pérdida de peso era aún mas rápida llegando a quedar por debajo de mi peso normal hasta por cinco kilos y el consejo de mi médico fue que consumiera de todo pero en mayor cantidad y así fue en mis tres embarazos.
Llegó el día en que debía dejar de lado la lactancia, cosa que me preocupaba mucho porque como comenté, yo comía de todo y en cantidades abundantes y lógico era que cuando dejara de alimentar, ya no tendría esa pérdida de calorías que se iban con la leche que producía; pero me había acostumbrado tanto a comer cuanto se me antojaba que estaba consciente de la batalla que libraría para conseguir moderarme. No fue sencillo y ciertamente descuidé un poco mi alimentación, especialmente las porciones que consumía y tras dejar el ciclo en el que había vivido por esos seis años.
Me volví una ganadora ¡Pero de peso!
Diariamente sabía que me había comido algo de más. La ropa comenzó a ajustarse mi agilidad comenzó a disminuir. Algo que en mi cabeza siempre estuvo claro es que no hay manera gratis de recuperar la línea, ni dietas milagrosas o pastillas que te salven de esforzarte y hacerlo en serio.
Como compartí en otra entrada, comencé a padecer de esa sensación de quemazón en mis piernas al estar de pie y con esto llegó la determinación de que ya era demasiado. Había que moverse y elegí correr. Al principio muy lento, mas de 7 minutos el kilómetro, constantemente al menos cuatro veces a la semana. No contaba con tiempo durante el día así que comencé a levantarme a las cinco de la mañana a correr, al principio me llegaba a vencer el sueño especialmente al medio día y buscaba algo que me mantuviera de pie y ocupada porque si me sentaba...seguro cabecearía.
Lentamente la ropa comenzó a quedarme de nuevo bien, incluso aquella que había guardado de recuerdo y que usaba en la universidad. Puedo decir con gran gusto que mis piernas dejaron de doler, ahora aunque me levanto a la misma hora no me vence el sueño en el día, estoy mas activa. Con más ánimo. El lograr objetivos a nivel deportivo ha invadido otras áreas de mi vida y voy por mas.
Te invito a intentarlo. Con cautela, escuchando siempre tu cuerpo. Consiguiendo la ayuda de alguien experimentado, pero el primer paso está en ti. En decidirte, aunque solo sea caminando pero hacerlo como un compromiso. El resultado te encantará. Ser madre es todo un reto y a la vez una gran oportunidad.
Terminaré con una frase de Ana Casares madre de tres niños, deportista de élite y campeona del maratón de España.
"Casi todo sucedió tras ser madre. Nunca lo hubiera imaginado"